23/11/10

El "lugar".

Ella se miró las manos. Estaban húmedas. ¿Por qué? No podía recordar. Trató de moverse, pero el "lugar" era pequeño. ¿Dónde estaba? ¿Qué era ese "lugar"? Sólo había oscuridad a su alrededor. Sus ojos se negaban a ver. Alzó sus manos, tocó su rostro. Su tacto era suave pero firme, como siempre había sido. 
Ella pensó. No debía caer en la deseperación. Respiro profundo, y se dejó llevar por su mente. ¿Qué era lo último que podía recordar? Tristeza... Una profunda tristeza, que se extendía más allá de su cuerpo, a su alrededor. Una tristeza tangible, corpórea, hiriente.
¡No! Ella no quería recordar eso. Hizo un esfuerzo, y pensó. ¿Qué había más allá de la tristeza? ¿Qué podía haberla generado? En ese momento fue cuando sintió dolor. Ese dolor abrumante, subiendo por su garganta, sofocándola. Pero lo soportó. ¡Quería recordar! El dolor la subyugó, lastimándola en el centro de su pecho, dejando un vacío eterno.
Fue entonces cuando ella recordó. Esa tristeza, ese dolor,  ese vacío. Ese hombre... La tristeza absoluta que la invadió cuando él se fue. El dolor incalculable que sintió cuando comprendió que no lo volvería a ver. Ese vacío insondable que perduraría para siempre en su interior...
Y de repente, sus ojos se abrieron de golpe. Su memoria le entregó lo que ella había estado buscando. Ese "lugar"... Era su propio yo, su interior; donde se había encerrado a sí misma, para obligarse a no recordar jamás. Debería volver a intentarlo... O encontrar otra solución.

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