31/12/09

Bianca y Armand...

Estaba oscuro y hacia frio. Por supuesto, el invierno veneciano me parecia templado en comparación con las tierras nevadas del norte, donde yo habia nacido; pero era un invierno húmedo y opresivo. Me senté en unos escalones junto a un canal, sin importarme que estuvieran empapados, y rompí a llorar. Estaba completamente solo. Me dirigí a casa de Bianca, y me oculté abajo del lecho, negándome a salir.
Bianca había convidado a su casa a un numeroso grupo de ingleses. Al cabo de un rato apareció, bellísima, con un favorecedor traje violeta y un collar de perlas que debería costar una fortuna. Se arrodilló junto al lecho y acercó su cabeza a la mía.
- ¿Que ocurre, Armand?
Yo nunca había solicitado sus favores. Que yo supiera, nadie se habría atrevido a hacerlo. Pero en aquellos momentos era un adolescente desesperado y nada me pareció mas oportuno que arrojarme sobre ella. Salí de debajo de su lecho, me dirigí a la puerta y eché el cerrojo, para que las voces y risas de los convidados no nos turbaran. Cuando me volví, vi a Bianca arrodillada en el suelo, mirándome con el entrecejo fruncido y sus labios dulces entreabiertos en un gesto de perplejidad que me pareció encantador. Sentí deseos de aplastarla con mi pasión, pero no con violencia, confiando en que mas tarde volvería a ser la de siempre, como si pudiera recomponerse un hermoso jarrón hecho añicos y restituirle un esplandor aún mas extraordinario que antes.
La levanté y la arrojé sobre el lecho. Era un lecho impresionante, en el que (según decían) dormía sola. Me incliné sobre ella y la besé, enloquecido por sus bonitos y astutos ojos que me observaban con frialdad. La sujeté por las muñecas y luego, tras cruzar su muñeca izquierda sobre la derecha, sostuve sus manos son una de las mías mientras le desgarraba el vestido. Lo desgarré con tal brutalidad que los botones de madreperla cayeron al suelo. Acto seguido le abrí el corpiño, debajo del cual llevaba un elegante corset ribeteado de encaje, que rasgué por la mitad como si fuera de papel.
Bianca tenia los pechos pequeños y deliciosos, demasiado delicados y juveniles para el prostíbulo donde la voluptuosidad estaba a la orden del día. No obstante, deseé magrearlos a mi antojo. Tarareé la estrofa de una canción en su oído. Ella suspiró. Entonces me arrojé sobre ella sin soltarle las muñecas, y le chupé los pezones con fuerza, uno tras otro. A continuación me aparté y le propiné unas cachetadas en los pechos con suavidad hasta que adquirieron un tono rosáceo.
Bianca tenía la cara encendida y seguía mirándome con el ceño arrugado, un gesto que apenas alteraba la tersura de su pálida frente. Sus ojos parecían dos ópalos, y aunque pestañeó lentamente, no movió un músculo.
Yo concluí mi labor sobre sus frágiles ropas. Le arranqué los volantes de la falda, y al quitársela comprobé que estaba espléndidamente desnuda, tal como había supuesto. Bianca solo mostraba un pequeño nido de vello, el cual realzaba un vientre levemente redondeado y la humedad que tenía entre las piernas. Enseguida me di cuenta de que yo le gustaba. No estaba indefensa. Al contemplarla, me volví loco. La penetré con furia, asombrado de lo poco usada que parecía estar, como si hubiera tenido pocas experiencias carnales. Ella emitió un pequeño grito de dolor.
Me empleé a fondo, deleitándome con su timidez. Me apoyé sobre el brazo derecho para no descargar todo mi peso sobre ella, pues no quería soltarle las muñecas. Ella se agitó y retorció hasta que su cabello dorado se soltó del tocado de perlas y se desparramó sobre la almohada. Tenía la piel húmeda, rosada y reluciente.
Al fin no pude contenerme mas y, en el momento que eyaculé, ella emitió un último y prolongado suspiro. Ambos nos mecimos abrazados. Bianca tenía los ojos cerrados; al cabo de unos segundos, su cuerpo se relajó. Se echó a reír como una niña y me golpeó en los brazos, pero de forma cariñosa...
Nunca olvidaré a Bianca. Jamás.


Armand, el vampiro.

30/12/09

La tacita...

Se cuenta que alguna una vez, en Inglaterra, existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una en donde vendían vajillas antiguas.
En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita. "Me permite ver esa taza?", preguntó la Señora, "nunca he visto nada tan fino como eso!"
En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar.
La tacita le comentó: "Usted no entiende! Yo no siempre he sido esta
taza que usted está sosteniendo! Hace mucho tiempo yo sólo era un
montón de barro amorfo.
Mi creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le grité: "Por favor!! Ya déjame en Paz!".
Pero sólo me sonrió y me dijo: "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo. "
Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté por qué mi creador querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decían: "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo."
Finalmente se abrió la puerta. Mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. "Así está mucho mejor!" me dije a mí misma, pero apenas y me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintándome.
El olor de la pintura era horrible! Sentía que me ahogaría! "Por favor detente!" le gritaba yo a mi creador, pero él sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía "Aguanta un poco más,
todavía no es tiempo."
Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno! No era un horno como el primero, sino que era mucho más caliente! Ahora sí estaba segura que me sofocaría! Le rogué y le imploré que me sacara! Grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo "Aguanta un poco más, todavía no es tiempo."
En ese momento me di cuenta que no había esperanza!
Nunca lograría sobrevivir a ese horno!
Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abrió la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que la primera.
Allí me dejó un momento para que me refrescara. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: "Mírate! Esta eres tú!"
Yo no podía creerlo! Esa no podía ser yo! Lo que veía era hermoso!
Mi creador nuevamente me dijo: "Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado.
Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente te hubieras estrellado.
También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado tu vida no tendría color.
Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras.
Ahora tú eres un producto terminado! ¡Eres lo que yo tenía en mente cuando te comencé a formar!"

"Tu eres una tacita en las manos del alfarero: Confíate en sus manos, aunque muchas veces no comprendas por que permite tu sufrimiento."



24/12/09

Carta...

Papa Noel:

Este año no voy a pedirte una familia comprensiva. No voy a pedirte una muñeca, pues ya soy grande para ellas. No voy a pedirte un auto o una casa, porque no tengo edad para tenerlos. No voy a pedirte encontrar a alguien que me acompañe y contenga, que me quiera y me haga feliz. No voy a pedirte hallar a la persona que me acepte tal cual soy, que soporte mis enojos y caprichos. No voy a pedirte que me cruces con ese alguien que me mire a los ojos y me diga mas de mil palabras, que me abrace fuerte y me haga sentir que, al menos para una persona, importo y soy especial. No voy a pedirte tropezarme con ese ser capaz de decirme cualquier cosa con tal de no ver caer mis lágrimas. No voy a pedirte que caiga del cielo un principe a rescatarme de esta torre infernal donde transcurren mis dias, custodiada por un dragón que me reprime hasta hacerme llorar suplicando libertad. No voy a pedirte un bálsamo milagroso para mi corazón herido, ni jaulas y candados para sellar mis emociones. No voy a pedirte una varita mágica para sentarme a la espera de un hada madrina que cumpla mis deseos. No voy a pedirte que un noble caballero me despierte con un dulce beso de este sueño poblado de pesadillas que me persiguen una y otra vez... Pensandolo bien, este año no voy a pedirte nada. Todo lo que he descrito aqui, no lo necesito.
Encontré un principe, aunque yo no sea una princesa. Encontré a un noble caballero andante, aunque yo no sea Dulcinea. Encontré a ese ser que me escucha, que me soporta, me besa y me abraza; que cuando me ve triste es capaz de todo por hacerme sonreir. Me gusta pensar que cuando me mira, lo hace pensando solamente en mi, que me ve como una mujer única en el mundo. Que me cuida, porque sabe que en realidad soy como un diamante... Fuerte, brillante, de apariencia irrompible... Pero basta un pequeño quiebre, para que una caida me destroce en mil pedazos... Que me quiere, a su manera.
Por eso, Papa Noel, no quiero nada. No necesito nada, porque asi, de esta manera, soy feliz.

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