23/11/10

El "lugar".

Ella se miró las manos. Estaban húmedas. ¿Por qué? No podía recordar. Trató de moverse, pero el "lugar" era pequeño. ¿Dónde estaba? ¿Qué era ese "lugar"? Sólo había oscuridad a su alrededor. Sus ojos se negaban a ver. Alzó sus manos, tocó su rostro. Su tacto era suave pero firme, como siempre había sido. 
Ella pensó. No debía caer en la deseperación. Respiro profundo, y se dejó llevar por su mente. ¿Qué era lo último que podía recordar? Tristeza... Una profunda tristeza, que se extendía más allá de su cuerpo, a su alrededor. Una tristeza tangible, corpórea, hiriente.
¡No! Ella no quería recordar eso. Hizo un esfuerzo, y pensó. ¿Qué había más allá de la tristeza? ¿Qué podía haberla generado? En ese momento fue cuando sintió dolor. Ese dolor abrumante, subiendo por su garganta, sofocándola. Pero lo soportó. ¡Quería recordar! El dolor la subyugó, lastimándola en el centro de su pecho, dejando un vacío eterno.
Fue entonces cuando ella recordó. Esa tristeza, ese dolor,  ese vacío. Ese hombre... La tristeza absoluta que la invadió cuando él se fue. El dolor incalculable que sintió cuando comprendió que no lo volvería a ver. Ese vacío insondable que perduraría para siempre en su interior...
Y de repente, sus ojos se abrieron de golpe. Su memoria le entregó lo que ella había estado buscando. Ese "lugar"... Era su propio yo, su interior; donde se había encerrado a sí misma, para obligarse a no recordar jamás. Debería volver a intentarlo... O encontrar otra solución.

28/7/10

...

Mi cuerpo tiembla de frío. Quiero correr, pero las piernas no me obedecen. Quiero gritar, pero de mi garganta no sale ningún sonido. Mis manos no quieren tocar, mi boca no quiere hablar. Mi mente quiere esconderse en un lugar recóndito y desaparecer, que nadie vuelva a vislumbrarla nunca. Que nadie pueda ver sus pensamientos oscuros. Que nadie pueda sentir el odio implícito en cada pensamiento generado. 
¿Podré escapar de mi propia mente? Lo he intentado, y el método que me dio resultado prefiero no repetirlo. Yo... lo único que deseo es que la tristeza desaparezca. Que se vaya lejos de mí. Pisarla, pisarla, hasta que no quede nada. Hay días... en que quiero agarrarme el pecho y gritar hasta no tener voz. Otros, llorar hasta que las lágrimas me quemen la garganta. ¿Por qué tengo que vivir en guerra? No puedo encontrar la paz. 
¿Por qué soy tan insegura? Será porque nunca me sentí segura con nada, con nadie. Necesito sentirme amada. Hace años que no lo siento. Quiero que alguien me abrace hasta que deje de llorar, hasta que ya no tenga angustia adentro. ¿Dará resultado? No lo sé. Pero por lo pronto, eso es lo que necesito.

29/6/10

Se cuenta que hace muchísimo tiempo el emperador de un país muy rico y poderoso murió y dejó a su joven heredero como nuevo gobernante. Este nuevo emperador era muy impetuoso y por medio de sus allegados se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, que tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino; y la mandó traer ante su presencia.
Cuando esta poderosa bruja llegó, el joven emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique, y lo llevara ante la que sería su esposa ; la bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir el hilo, perseguida muy de cerca por el joven emperador y su corte. Esta busqueda los llevó hasta un mercado en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos.
Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo : “Aqui termina tu  hilo rojo". Pero al escuchar esto, el joven e impetuoso emperador enfureció, creyendo que todo era una burla de la bruja. Empujó a la campesina, que aún llevaba a su pequeña bebé en los brazos y la hizo caer, logrando que la bebé se hiciera una gran herida en la frente. Ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza por intentar burlarse de esa manera de él. El emperador, muy molesto, regresó a su castillo y luego de un tiempo, olvidó todo el asunto, pues ya había castigado a la bruja quitándole la vida.
Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse, y para este fin, su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso que tenía dentro de su mismo ejército, pues le daría estabilidad a su reino. Esta idea no le pareció mal al emperador, pues sabía que este general era muy querido y respetado por todo su pueblo, y además su hija tenía fama de ser muy joven y hermosa.
Luego de todos los preparativos, llegó el día de la boda y el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente.
Al llegar al altar, el emperador debía levantarle el velo y ver por primera vez este hermoso rostro… que tenía una cicatriz muy peculiar en la frente...

 "Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, de lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse."

14/6/10

Hasta aquí llegó mi final feliz. Vamos a hablarlo, no es que estemos muertos; ¿Fue algo que hice? ¿Fue algo que tú dijiste? No me dejes aquí, en esta ciudad tan muerta, sostenida tan alto con este hilo tan débil. Fuiste todo lo que creí que eras, y lo que creí que podríamos ser... Fuiste todo lo que anhelaba, fuiste lo que suponíamos que debíamos ser, pero lo perdimos. Todos los recuerdos tan cercanos se desvanecen, todo este tiempo estuviste fingiendo... Hasta aquí llegó mi final feliz.
Tú tienes tus tontos amigos, yo se lo que dicen. Te dicen que soy difícil, rara; pero ellos también lo son... Ellos no me conocen, ¿acaso te conocen a tí? Todo lo que me escondiste, toda la basura que hiciste, fue demasiado para mi final feliz. Fuiste todo lo que yo quería, fuimos el uno para el otro, pero lo perdimos. Todos los recuerdos se desvanecen... Todo el tiempo estuviste pretendiendo demasiado para mi final feliz.
Es lindo saber que estuviste allí, gracias por actuar como si te importara, y hacerme sentir que era la única... Es lindo saber que lo tuvimos todo, gracias por mirar como me caigo, dejándome saber que terminamos... Él era todo lo que yo deseaba, éramos el uno para el otro, pero los recuerdos dulces se desvanecen... Hasta aquí llegó mi final feliz.

3/6/10

Ovejas y Leones...

Música fuerte para ahogar los aullidos de su corazón. Ella está sentada sola, con lágrimas en sus ojos, las cuales no quiere derramar. No quiere volver a llorar por ese amor a medias. Cierra los párpados con fuerza, sacude la cabeza, quiere gritar. Pero por más que intente lo contrario, los recuerdos vuelven a estallar en su mente...
Sábado a la noche. Ella es una más entre las ovejas disfrazadas del lugar; ese lugar en donde todos, por medio de los disfraces, podían dejar salir lo que eran en realidad. Baile, música, frenesí. Máscaras de por medio. Ovejas y Leones. Cada oveja tiene claro que los leones no son cosa de juego. Son peligrosos, capaces de devorar sus corazones y seguir con el de la siguiente oveja sin ningún remordimiento. Pero ellas también saben que los ojos y las palabras de los leones son hipnóticos. No deben caer en su trampa, por eso siempre se mantienen lo más lejos posible. Pero hoy, en el baile de disfraces, todo está permitido. Las ovejas pueden acercarse a los leones, siempre y cuando cuiden sus corazones.
Comienza el frenesí, pareciéndose a las antiguas fiestas en honor al dios Baco. Leones y ovejas se mezclan, disfrazados. Las ovejas temen y tratan de disimularlo; los leones huelen su miedo y se entusiasman. Más de uno está esperando devorar el corazón de una de ellas. Las horas pasan, y uno de los leones ha elegido a su presa: una oveja resignada, con expresión triste. Se le acerca lentamente, tratando de no asustarla. La oveja lo mira a los ojos, y entonces el león advierte: no debe subestimar a esta oveja, la fuerza de su corazón reside en su mirada. A medida que se acerca, el poder oculto de la oveja sorprende al león. Este, entusiasmado, comienza su cacería. Pero la oveja no es tonta. No se deja seducir esa noche, no quiere que su corazón sea devorado por ese león de ojos almendrados. Una y otra vez, el león es rechazado.
La noche termina. Pero el león desea a ESA oveja. La busca, la busca; la encuentra. La oveja se sorprende. Cautelosa, mira duramente al león. Pero este parece amable, incluso tierno. Ella deja que se acerque. Hablan, se miran, se observan detenidamente. Cada uno intenta comprender las intenciones del otro. Los días pasan, las charlas se hacen rutina. Lentamente, el león va ingresando en la vida de la oveja. Ella se da cuenta, pero no puede evitarlo. El león la ha hipnotizado, y ella sabe que en algún momento su corazón desaparecerá entre sus garras. Lo que la oveja no sospecha, es que ella también ha ingresado en la vida del león. Él no puede reprimir sus instintos de cazador, pero no quiere devorar de una vez el corazón de la oveja que lo ha cautivado, que le ha entregado su bien más preciado sin pensarlo dos veces.
El tiempo pasa, y la oveja se pregunta cuando sucederá lo inevitable. Quiere que suceda, porque sabe que si la espera es larga, la despedida será dolorosa. El león lucha y lucha, el corazón de la oveja es algo que quiere preservar, pero su instinto es más fuerte, y lentamente devora el corazón. Pero no lo hace de golpe. Él se da cuenta que la oveja también ha estado devorando su corazón sin darse cuenta; ahora el león es parte de ella. Pero la oveja no lo sabe, y sufre. Ella está segura que el león está esperando devorar su cálido corazón para ir detrás de otra oveja, y repetir el proceso. 
Y entonces, ambos se encuentran en una encrucijada. La oveja lo único que desea es dar todo su corazón al león, y que este conserve al menos, en sus recuerdos, una parte de todo lo que ella le dio. El león, por su parte, desea conservar a la oveja consigo; pero sabe que es imposible, su instinto lo hace desear los corazones de otras ovejas. Ambos sufren, y no saben que hacer.
De repente, la oveja lo entiende. Se enamoró del león. Es algo más que hipnotismo... Ella lo ama. Y se da cuenta que el león nunca podrá devorar su corazón por completo; siempre quedará su recuerdo cuando el se vaya tras otra oveja. Y ella está segura: el león no la ama. 
El león lo entiende también, y quiere darle todo de sí a la oveja; para que se sienta feliz mientras dure su tiempo junto a él. Pero no sabe si la ama. Y si lo sabe, la oveja ni siquiera lo sospecha. Ella lo único que desea es ser feliz. ¿Y saben una cosa? La oveja es feliz amando al león, aunque sea un amor a medias, un amor semi-oculto. Y a pesar de todo, la oveja está decidida a darle su corazón al león, para que él lo devore.

Y así termina la historia. Nuestra oveja ha aceptado el destino que ella misma se ha designado. Hará feliz al león todo el tiempo que él lo considere necesario; y ella será feliz al mismo tiempo. Y hará todo lo posible para que su corazón no se termine nunca, así el león no tendrá que salir a buscar el de otra oveja...


 Y a pesar de lo que opine esta oveja, no siempre es saludable enamorarse de un león...

14/5/10

Ojos...

En todas las lenguas y religiones del mundo hay un mismo dicho: Ojos que no ven, corazón que no siente. Pues yo afirmo que no hay nada más falso que eso; cuanto más lejos, más cerca del corazón están los sentimientos que intentamos sofocar y olvidar. Si estamos en el exilio, queremos guardar cada pequeño recuerdo de nuestras raíces; si estamos lejos de la persona amada, cada persona que pasa por la calle nos hace recordarla. Los evangelios y todos los textos sagrados de todas las religiones fueron escritos en el exilio, en busca de la comprensión de Dios, de la fe que movía los pueblos adelante, de la peregrinación de las almas errantes por la faz de la tierra. No lo sabían nuestros antepasados, y tampoco nosotros sabemos lo que la Divinidad espera de nuestras vidas, y es en ese momento cuando se escriben los libros, se pintan los cuadros, porque no queremos y no podemos olvidar quienes somos.Hoy agradezco haber recordado que lo que los ojos no ven, el corazón lo siente. Y por haber sentido tanto, hoy comprendo el dolor.

30/4/10

La despedida...

Aquí estoy, sentada frente a mi computadora, con la música de fondo, distrayéndome un poco de lo que quiero escribir. ¿Verdaderamente soy yo la que escribe estas palabras? Las lágrimas caen sobre las teclas, llevándose los restos de rimmel que quedan en mis pestañas. Miro hacia atrás en el tiempo y me pregunto, ¿cómo fue que las cosas pasaron tan rápido? ¿Cuándo fue la última vez que me sentí así? Hoy, sin ir más lejos, mientras volvía del Instituto, venía leyendo un libro en el colectivo. El libro hablaba de la despedida...

La dolorosa despedida. Esas palabras que a uno le dicen, y nunca sabemos si son ciertas o no. Nos encontramos mirando al otro de frente, suplicando por que sean infundadas nuestras sospechas del final. Pero al mirarlo, leemos en sus ojos el rechazo, la frialdad. Esos ojos que un día mostraron tanto amor, tanta ternura... Ahora solo muestran la irrefutable decisión de marcharse y no volver a vernos. Leemos en sus gestos que no vamos a poder tocar esa piel fría nunca mas, que se alejará de nosotros para siempre. Cuando escuchamos por fin las palabras salir de sus hermosos labios, nos negamos a creerlas. Queremos buscarle el sentido oculto, leer entre líneas... pero no hay nada que leer. Las palabras son claras. Adiós, adiós. Te prometo que será como si yo no hubiese existido. Esto es lo mejor para ti.
Nos quedamos helados. ¿Lo mejor para mí? pensamos. No, esto no puede ser cierto. Quédate conmigo, no te vayas. Por favor, no puedo vivir sin ti. Por favor, por favor... Pero las palabras son en vano. El ya no está alli. Sentimos como el dolor empieza a abrumarnos. Caminamos dentro de la bruma de nuestros pensamientos, intentando seguirlo. Caminamos y caminamos, a pesar de tener la certeza de que nunca regresará. Nos sentamos en el primer lugar que encontramos, y entonces el dolor nos embarga. Un filoso corte nos desgarra el corazón. Caemos, decididos a morir desangrados por ese amor frustrado. El tiempo pasa deprisa. No sabemos cuanto ha transcurrido desde el anochecer de nuestros días, desde ese fatídico día en que el sol se fue con el, dejándonos en la oscuridad.
Entonces, alguien nos encuentra. ¿Que ha pasado? pregunta. Se ha ido, se ha ido. Es lo único que logramos contestar... Comenzamos de nuevo la rutina de nuestros días. Nos obligamos a no recordar. Preferimos el aturdimiento, la sensación de arrastrarnos de acá para allá sin una verdadera razón para existir. ¿Que es lo mejor para nosotros? Algunos dicen que la memoria es un colador. El tiempo nos cura todas las heridas. Pero no conseguimos olvidar. Pasan días, meses, años. ¿Quien puede olvidar el sonido tintineante de su risa, que tan pocas veces escuchamos? ¿Quien puede olvidar sus caricias en el pelo a la hora de dormir? ¿Quien puede olvidar sus enojos, sus miradas frías, sus palabras hirientes? ¿Quien puede olvidar sus ojos, el contacto con sus manos heladas, las yemas de sus dedos secando una de nuestras repetidas lágrimas? No podemos. Es inevitable, cada día lo recordamos mas, y rogamos que vuelva a nuestro lado. Continuamos con nuestra vida, desgarrados por ese dolor interno.
Y así seguimos, prohibiéndonos recordar, pero condenándonos a no olvidar...

Yo se que algún día mi despedida llegará. Y sufriré, y lloraré, y me desgarraré. Pero por mas que lo sepa, no puedo prepararme para ello. No puedo imaginar un sólo día sin saber de el. El dolor es enorme, me golpea en el pecho y me deja sin aire. Lucho contra el, sabiendo que ese día aun no ha llegado. Pero no puedo olvidar que en algun momento llegará. Y entonces, como la protagonista de mi libro, rogaré en silencio que el vuelva a mi lado... Que todo el dolor pasado algún día será recompensado...

12/1/10

Never think...

Nunca debí pensar,
Que en tu corazón
Estaría nuestro hogar...
Así que no lo haré.
Aprenderás a odiarme
Pero aun me llamarás amor...
"Oh amor..."
Así que mejor llámame por mi nombre,
Y salva tu alma;
Antes de que llegues demasiado lejos,
Antes de que nada más se pueda hacer.
Tratarás de adivinar

Cuando yo mienta en el final...
No soy de los que consiguen sostener
Una lucha en su interior;

En este maldito mundo...
Me dices que me quede...
Tu me dices "Quedate..."
Es una cosa que he sabido
Desde que me puse mi abrigo para irme...
Supe que estaba equivocado...

Tú estás afuera sosteniéndome,
Diciendo, "Oh por favor
Estoy enamorada,
Estoy enamorada"

Niña, salva tu alma
Vamos, salva tu corazón.
Antes de que llegues demasiado lejos
Antes de que nada más se pueda hacer.
Porque sin mi, lo tienes todo.
Así que sostente.
Sin mi lo tienes todo, así que sostente.
Sostente, sola.





8/1/10

Reflejo...

Mira bien, nunca voy a ser una mujer ideal, una buena hija... No sabré tal papel jamás tomar... Ahora se que al demostrar quien realmente soy gran dolor podría causar... ¿Quién es la que veo ahi? Su mirar esta fijo mi, pero en mi reflejo no la reconocí... No puedo continuar esta gran falsedad, ¿Cuando en mi reflejo me veré en verdad? Algún dia mi verdadero yo... se reflejará.


5/1/10

Ella y El...

Lo miró a los ojos. Esos ojos castaños invitaban a perderse en ellos. ¿Pero como? Si una barrera infranqueable los protegía. Ella bajó la vista y observó sus propias manos, como hacía siempre. No podía entenderlo. ¿En qué momento había empezado a sentir amor por el? Trató de recordar...
A su mente acudieron las imagenes de las primeras charlas con el. No, en ese momento aún no lo amaba. Entonces sucedió en las salidas? No estaba segura. No podía determinar la época exacta, pero, ¿a quién le importaba realmente?. Descartó esos pensamientos y respiró profundo. Respirar cuando estaba con el era como estar en el paraíso, su aroma era como una droga para ella. Si el se encontraba cerca, ella no podía evitar olerlo.Volvió a mirarlo. Allí estaba, acostado junto a ella, luciendo como siempre: tan hermoso, tan seductor, tan... inalcanzable. Ella observó disimuladamente su rostro. Conocía de memoria sus facciones, las había recorrido mentalmente cientos de veces, ya que el no le permitía hacerlo con las manos. Bajó la vista a su cuello pálido, y sintió los irrefrenables deseos de morderlo. No, no debía morderlo, a el no le gustaba. Avergonzada, siguió su recorrido para que el no notara el rubor que había subido a sus mejillas. Sus ojos se encontraron con sus dedos, de uñas perfectas y pulidas. Esos dedos que la hicieron pensar en lo que habían compartido hacía un momento, cuando el le separaba las piernas y la penetraba... Ya basta, debía dejar de pensar en esas cosas, porque no hacían mas que distraerla. Se arriesgó a mirar su rostro de nuevo. El la miraba preocupado.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- Nada - contestó ella, bajando los ojos y reprochándose mentalmente por haber perdido el hilo de la conversación.
Aunque luego recordó porque. Había cosas que el decía, que a ella le dolían. Sus mujeres, sus salidas, siempre la lastimaban. Por eso, ella a veces trataba de no prestarle atención, para no sufrir después pensando en esas palabras. Pero esta vez se distrajo tanto que el se había dado cuenta. Se prometió no volver a hacerlo.
Levantó nuevamente la vista y le sonrió timidamente. A ella no le gustaba mucho sonreír, se sentía incómoda. El recorrió su rostro, encontró sus ojos y se detuvo allí. Ella se ruborizó nuevamente, pero sabía que no era conveniente bajar la mirada. Esos ojos, que a el tanto le gustaban, eran su único encanto. Esos ojos, que eran una bendición y una maldición al mismo tiempo. Bendición por ser bellos, por tener un color extraño... Y maldición por ser demadiado expresivos. Sus ojos transmitían su estado de ánimo como si fueran una puerta que se comunicaba con sus pensamientos y sentimientos. No podía disimular: la furia, los celos, la tristeza eran reflejados de la misma manera que si lo estuviese diciendo en voz alta. En resumen, sus ojos eran únicos, y ella daba gracias por que fuera así.
El acarició suavemente su rostro. Ella cerró los ojos mientras el tocaba suavemente su boca. Luego se inclinó y la besó delicadamente. Ella quiso aferrarse a el para prolongar el beso, pero el se soltó de su abrazo. La miró con aire ausente, tal vez un poco culpable.
- No puedo amarte - le dijo el.
Ella bajó la vista. "Siempre lo mismo" pensó. "No es la primera vez que me pasa". Sintió el dolor que se instalaba en su pecho, ese dolor lacerante y frío que ya conocía muy bien. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y quiso soltarlo y alejarse de el para siempre. Pero luego lo pensó un momento, y sonrió. El la miró extrañado y confundido.
- No quiero lastimarte - le dijo - No puedo enamorarme de ti -.
- No importa - le respondió ella. Y pensó: "Entonces, yo amaré por los dos".
Siguió sonriendo, lo besó dulcemente en los labios y se acomodó en su pecho, preparándose para dormir. Antes de sumirse en un profundo sueño, abrazada al hombre que había decidido amar a pesar de todo, un último pensamiento acudió a su mente.
"La esperanza es lo último que se pierde..."

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